Has sido víctima de mensajes incongruentes: lo que el jefe, tu pareja o tu hijo dice verbalmente no es igual a lo que dicen con el cuerpo o la voz. Siempre gana lo no verbal: le creemos más que a las palabras.
Pero, ¿Por qué? ¿De qué se compone hoy su lenguaje no verbal?
Nick Morgan, autoridad en temas de presentaciones, dice, "Su lenguaje corporal es una combinación de su historia y su actitud actual. El hábito y el momento." Los años que llevamos enseñando al rostro, cuerpo y voz, cómo ser, sonar, parecer... sumado a lo que en este momento sintamos y pensemos.
Está además Albert Mehrabian, experto mundial en comunicación, a quien se le atribuye el famoso 55% - 38% - 7% de la comunicación, donde da peso al lenguaje no verbal, al manejo de la voz y a las palabras, respectivamente. Pongamos el conocido estudio en contexto: el Dr. Mehrabian investigó la expresión de emociones. Si alguien se disculpa contigo con los brazos cruzados y el ceño fruncido, le crees más al lenguaje del cuerpo que a las palabras. ¿Y en el ámbito profesional? Aunque es crucial el contenido de un mensaje (las palabras), si no es congruente con lo que dice el resto del cuerpo, dudamos de su validez.
Gran parte de esto es por la antigüedad: las palabras son más nuevas para el cerebro. Los gestos y voz vienen desde la prehistoria. Y no tenemos que ir tan atrás, es también lo primero que aprendemos a identificar cuando éramos bebés. Los niños nos leen como un libro abierto - por lo mismo.
Todo el tiempo estamos enviando señales, todo el tiempo comunicamos aunque no "digamos" nada. Cuando estamos en entrenamiento de Presentaciones de Alto Impacto, y es momento de filmar a cada participante para hacer una retroalimentación y plan de trabajo, los filmo desde antes que se levanten de su silla. Delata todo: se arreglan la ropa, el cabello, la postura, la sonrisa. Al iniciar están "divinamente", pero... ya dieron un mensaje a la audiencia, con cada micro-movimiento y ajuste realizado. Ya comunicaron más de lo que pensaban y la audiencia se hizo una idea (a menudo no positiva).
Y bien... ¿Se puede comunicar intencionalmente? (Por si acaso, aclaro: sin fingir, sin ser falso! La audiencia lo detecta a metros!!) ¿Se puede tomar las riendas de esa comunicación inconsciente? Sí, se puede, especialmente si trabajas tu estado interno... no solamente los gestos.
1. Paso a paso. Inicia por HACER CONCIENCIA de algo pequeño. UNA cosa a la vez. Luego de tantos años de vivir furiosa, me acostumbré a fruncir la frente. Siempre parecía estar de mal genio aunque estuviera tranquila. Conseguí aliados. El fin de semana, que podía estar en casa, me aplicaba clara de huevo en la frente. Como esta se endurece, cuando arrugaba la frente lo sentía de manera contundente! Inicié con casi 30 veces por hora... luego 15... 5... cada vez era más consciente de mi rostro y sus gestos. Y aprendí a relajar la frente. Luego seguí con la sonrisa.
2. Respira. Hay estudios que dicen que los nervios que sentimos en el estómago al pasar frente a una audiencia no solo parece que fueran mariposas en el estómago. La neurociencia nos confirma que es ahí... en los intestinos, donde se genera ese miedo. Así que respira. Con la panza. Respira.
3. Aprende de tu diálogo interno. Esa voz que oímos en la cabeza. El famoso ángel y demonio que nos aconsejan para bien o mal. Uno: aprender a oírlo tal como oímos a alguien externo hablar. Dos: saber que no es la verdad absoluta - es solamente una opinión que tienen nuestros miedos. Respira, dale las gracias por compartir su opinión (no le hagas la guerra... se enfrentan!!) y en ese momento ELIGE qué deseas pensar. Enfoca tus pensamientos en algo positivo: de ti, de tu presentación, del resultado que deseas tener con tu comunicación.
Son pasos sencillos, pero poderosos. Por más que prepares tus palabras, si tus gestos no le respaldan, pierden fuerza. ¿Cómo saber por cuál gesto iniciar? Pide a tu hijo, o algún chiquitín que tengas en casa, que te arremede cuando estás de mal genio. ¡Te lo dirán de inmediato!
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