Hay conversaciones difíciles que son transformadoras.
Cuando tienes un tema complejo por conversar con alguien, uno de esos que aprieta el alma o revuelve el estómago... esa es una conversación transformadora. Puede afianzar la relación, o romperla. Sin embargo, si lo sabes manejar, aún si pierdes, ganas.
Varios elementos son clave en este tipo de situaciones:
¿Cómo inicias la conversación? ¿Qué dices? ¿Qué callas? Tu lenguaje corporal, tu "tonito", la respiración... ser vulnerable, ser fuerte, ser compasivo... saber escuchar, realmente escuchar... y saber concluir la conversación.
Hace poco tuve una conversación con una persona con quien llevaba semanas de tensión. Realmente me generaba malestar la situación y le propuse sentarnos a conversar al respecto. Quería que ambas partes tuviéramos paz.
Tenía claro que no quería que se tornara en una discusión acalorada. Pero... ¿cómo manejarlo? Había mucho malestar acumulado por parte y parte. Detesto las confrontaciones acaloradas... hacen tanto daño. Quería garantizar que esto no ocurriera.
¿Has estado en situaciones similares? Haz tenido que...
...despedir un colaborador del trabajo.
...terminar una relación de pareja.
...poner límites.
Nunca es fácil.
Sin embargo, existe una herramienta tristemente subutilizada y altamente subvalorada, teniendo en cuenta la magnitud de su impacto positivo. Esta es:
FIJAR LA INTENCIÓN de la conversación, desde el inicio.
Nunca me ha defraudado.
He utilizado esta herramienta en conversaciones dolorosas, confrontadoras, complejas. Siempre funciona.
Hoy te heredo esta herramienta para que... puedas tener esas conversaciones pendientes, de manera saludable, y transformes tu entorno.
En la vida y en las presentaciones, la manera en que inicias tu comunicación es uno de los elementos más importantes: encuadra el mensaje. Da contexto, da propósito, da sentido.
La efectividad de tu mensaje depende, en gran parte, de cómo lo inicias.
Y bien, nos saludamos, tomamos asiento y pedimos café. Estábamos en una cafetería tranquila con apenas dos parejas sentadas a varios metros de nosotras. Le dije: "Me gustaría que fijemos una intención en esta conversación, para tenerla como guía en todo lo que digamos, en la manera como lo decimos, y en la manera como escuchamos."
Mi intención era claridad. Necesitaba claridad sobre cómo cada una estaba viviendo e interpretando la situación, para dejar de suponer, bajarle (yo) al drama y tener paz.
Al leer esto, podrías decir que esa intención era "parcial". Que debería ser claridad + resolución. Cierto. Es lo ideal: resolución. Sin embargo, no sabía si llegaría hasta allá.
Hablamos hora y media.
Pasamos a segunda taza de café.
Fue una conversación difícil.
Agradecí cuando comenzó a llover. La lluvia siempre ha sido buena compañía en momentos complejos. Aclara. Limpia. Despeja.
Por difícil que fuera lo que oía... solamente repetía una y otra vez en mi cabeza: "Claridad, Mária. Mi intención es claridad para tener paz. Respira."
Si no tienes una intención clara, vas a la deriva. Cuando hay tensión, reaccionas con el cerebro primitivo: atacas o huyes.
Un caso paralelo:
Veamos un trozo de una conversación de esposos CON y SIN INTENCIÓN.
SIN una intención específica:
Oyes algo que no te gustó. Te sientes juzgado. Tu respuesta: "Sabía que esto era mala idea. Tú nunca escuchas. Siempre me juzgas." Te paras y te vas. La relación se fractura.
Sientes que tu pareja no se responsabiliza por "su parte" del malestar. Subes la voz (atacas). "¡Ah, YO soy la difícil! ¡Tú nunca ves lo que haces, siempre culpas a los demás! Contigo no se puede hablar."
La otra persona no habla. Solamente se cruza de brazos y te evade la mirada. Ni para atrás, ni para adelante. La relación se atasca.
Ahora, CON la INTENCIÓN de construir y fortalecer la relación de pareja:
Oyes algo que no te gustó. Te sientes juzgado. Te das cuenta cómo se tensiona tu cuerpo. Respiras. Oyes a tu voz interior protestar. Sientes las ganas de pararte e irte. RETOMAS tu intención de construir una relación a largo plazo con esta persona. Le agradeces por decirte lo que piensa. Ofreces disculpas. Respiras. Propones que hagan acuerdos para manejar mejor la situación de ahora en adelante.
Sientes que la otra persona evade su responsabilidad. Quieres "sacar cueritos al sol" y mostrarle sus fallas, Sin embargo, escuchas. Le pides te explique su perspectiva de la situación. Una vez le has escuchado ofreces compartir tu perspectiva. Le das gracias por escuchar y por contar su punto de vista. Hacen acuerdos sobre pasos pequeños que pueden dar, compromisos que cada uno puede cumplir para restablecer la relación.
Tener conversaciones CON una INTENCIÓN CLARA, da una fuerza inquebrantable. Posibilita una conversación transformadora, aún frente a gran tensión y adversidad.
Y bien, pasada la hora y media, respiré y evalué.
¿Comprendí su punto de vista? Sí.
¿Pude exponer mi punto de vista? Sí.
¿Hay suficiente claridad para dejar de suponer (y soltar yo el drama), para tener paz? Sí.
Se cumplió la intención de la conversación. Era momento de concluir.
¿Quedamos como mejores amigas? No.
Entendí lo diferentes que somos. Comprendí que tenemos diferencias muy grandes en lo que valoramos en una amistad y en la vida... y puedo estar en paz con eso.
Puede ser que una conversación transformadora afiance una relación. Puede ser que la cambie tanto, que se "pierda" el vínculo. Sin embargo, aún si pierdes, ganas: paz, claridad, integridad (dejar de estar fraccionado).
Nunca evites una conversación pendiente.
Pagas caro cuando evades lo que hay que conversar. No vale la pena.
Dale estructura a tu idea.
Fija una intención constructiva.
No sabemos qué está viviendo la otra persona, así que abórdala con bondad... y ten una conversación transformadora.
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