Para lograrlo, revisa tres elementos: Estructura - Conexión - Persuasión.
Diseña la estructura de la información de tal manera que:
1) Sea relevante, que tenga sentido para quien te escucha. Para ello, revisa: ¿Cómo conectas tu información con la vida cotidiana de tu público?
2 ) Sea clara, que sea sencilla la manera en que expones tus ideas. Explica tu idea a tres personas diferentes y valida qué entendieron, para validar que sea fácil de comprender.
3) Sea fácil de recordar: cómo "dosificas" la información para que sea fácil de digerir y tener presente. Seguramente has estado en reuniones largas, de las cuales apenas recuerdas un par de cosas... garantiza que eso no te ocurra. Procura ser puntual y dar solamente la información necesaria. ¿Si sólo tuvieras 5 minutos, qué dirías? Inicia por ahí.
Conecta cada cosa que dices con las necesidades y anhelos de tu público. De esta manera van a querer escucharte y acoger tus recomendaciones. Brinda elementos que impacten no solamente el cerebro racional, sino también el emocional. Esto facilitará el camino para que decidan a tu favor y logres los resultados que deseas. Beneficio adicional, al conectar con tu público, ¡los nervios de hablar en público disminuyen... considerablemente!
Luego de una estructura clara con la que conectes con la audiencia, viene dirigir y mantener su atención. No... no tienes que contar chistes, mostrar videos o hacer actividades para energizar. La clave de la persuasión es ponerte en los zapatos del otro: ¿Qué problema necesita resolver? ¿Qué resultados quiere lograr? Habla de lo que van a perder, salvo que cambien. Menciona los resultados que no tendrán, salvo que emprendan acción. Por otro lado, explica lo positivo de hacer lo que propones: logros, resultados, ahorro, optimizar tiempo, etc.
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